domingo, 5 de octubre de 2014

Ludopatía: El otro lado del juego


El juego patológico es un trastorno incapacitante, progresivo y crónico con efectos devastadores en el individuo y quienes lo rodean. Son pocos los estudios referentes a su etiología y tratamiento. La industria del juego se ha convertido en una de las más rentables en los últimos años, fenómeno que se hace evidente en todas las latitudes. El apoyo empresarial y estatal, la crisis económica y el retroceso en los valores, han contribuido a la proliferación desmesurada de sitios dedicados al juego existiendo una mayor posibilidad de acceso a éste y un aumento en el número de personas con problemas relacionados con esta conducta.


Definición

Lesieur (1984) define al jugador patológico como la persona que fracasa progresiva y reiteradamente en su intento por resistir el impulso de jugar a pesar de que esta conducta implique dificultades en su vida personal, familiar, social y profesional.


Clasificación Diagnóstica

Los criterios diagnósticos del DSM IV son:


A) Conducta de juego desadaptativa indicada por al menos cinco de los siguientes síntomas:

1. Preocupado por el juego (por ejemplo, preocupado con revivir de nuevo las experiencias pasadas de juego, incapacitado o planeando la siguiente aventura, o pensando en el modo de obtener dinero para jugar).

2. Necesidad de jugar con mayor cantidad de dinero para obtener la excitación deseada.

3. Hace repetidos esfuerzos sin éxito para controlar, disminuir o dejar de jugar.

4. Inquietud o irritabilidad cuando intenta disminuir o dejar de jugar.

5. Juega como un modo de escapar de los problemas o de los estados de sentimiento intolerables (por ejemplo, sentimientos de desamparo, culpa, ansiedad, depresión).

6. Después de perder dinero en el juego, a menudo vuelve otro día para intentar recuperarlo (a "cazar" las propias pérdidas).

7. Miente a los miembros de su familia, empleador, o terapeuta para ocultar el grado de su implicación en el juego.

8. Comete actos ilegales, tales como falsificación, fraude, robo o desfalco, para financiar el juego.

9. Ha arriesgado o perdido una relación importante, el trabajo, u oportunidades educativas o de promoción, a causa del juego.

10. Cuenta con otros individuos (o instituciones) para proporcionarle dinero y aliviar una situación financiera desesperada producida por el juego.

B) El trastorno no se circunscribe a un episodio maníaco.


El juego patológico está incluido en el Manual Diagnóstico y Estadístico de Enfermedades Mentales (DSM IV) de la Asociación Psiquiátrica Americana en la categoría de Trastorno de Control de Impulsos, siendo llamativo que sus criterios diagnósticos son similares a los Trastornos por Uso de Sustancias (abuso y dependencia). La Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE 10) lo clasifica como Ludopatía en la categoría Trastornos de los Hábitos y del Control de Impulsos.


Tipos de jugadores

Ochoa y Labrador (1994) diferencian los siguientes tipos de jugadores: El jugador social, quien juega por placer, de modo esporádico y con control sobre el juego. El jugador profesional también controla la conducta de juego y estudia las jugadas, permitiéndole obtener beneficios. El jugador problema, que aunque mantiene cierto control sobre la conducta de juego, dedica gran cantidad de tiempo y dinero en ésta. Finalmente, el jugador patológico es quien ha perdido el control sobre el juego, presentando notorio deterioro a nivel personal, familiar y social.



Factores que perpetúan el juego

· Refuerzos positivos y negativos: El dinero que se cree poder ganar, las ilusiones de éxito, el refuerzo social por sus pares y la excitación y emociones no generados por otras actividades, son ejemplos de refuerzos positivos que perpetúan el juego. El efecto reforzador negativo de la conducta de juego, se evidencia cuando se recurre a éste para evitar síntomas displacenteros tales como la depresión, el aburrimiento o la ansiedad.

· Estímulos discriminativos: Las luces, el sonido, la música son estímulos asociados a la conducta del juego que con el tiempo se asocian con el efecto reforzador positivo o negativo del mismo. Estos estímulos atraen la atención e invitan a jugar.

· Sesgos cognitivos, creencias y pensamientos irracionales: Se propone que el jugador procesa inadecuadamente la información, generándose pensamientos equivocados pero que admite como válidos. Estas ideas irracionales están relacionadas con la ilusión de control (expectativas de éxito personal sin tener en cuenta las leyes de la probabilidad).
Atribuir el éxito en el juego a factores personales (habilidad, esfuerzo) y los fracasos a factores externos (mala suerte, ruido, etc.).
Se atiende a los resultados positivos (ganancias) interpretándolos como señal de habilidad, suerte favorable, etc. y no se presta atención o se justifican los resultados desfavorables no afectándose así su sistema de creencias.

· Falta de habilidades para enfrentar el impulso de jugar: Poco autocontrol, carencia de habilidad en el manejo del dinero, pocas habilidades en la comunicación, la solución de problemas, el enfrentamiento del estrés y el uso inadecuado del tiempo libre, contribuyen entre otros, al aumento de la conducta de juego.


Se inicia usualmente en la adolescencia. En las mujeres se manifiesta tardíamente. Varios años pueden transcurrir mientras el sujeto actúa como jugador social. La frecuencia de juego puede precipitarse por un factor estresante o una mayor exposición a la situación de juego. El patrón de juego es regular o episódico y el curso es crónico. Rosenthal describe cuatro etapas típicas en el juego patológico: Ganancias, pérdidas, desesperación y desesperanza.


El pronóstico sin tratamiento es malo. Gradualmente aumentará la disfunción familiar y laboral con deterioro financiero, implicación en actividades indebidas y posterior vinculación a procesos judiciales. Pueden aparecer trastornos de ansiedad o trastornos del estado de ánimo y en algunos casos, motivados por las dificultades generadas, intentos de suicidio. El diagnóstico oportuno de esta patología y de los trastornos psiquiátricos asociados, pueden cambiar de manera significativa el curso de este trastorno.




Tratamiento

Son metas del tratamiento interrumpir la conducta de juego, restablecer el funcionamiento social, laboral y familiar, tratar los trastornos psiquiátricos asociados y prevenir recaídas.

El manejo usualmente se hace de manera ambulatoria. Se opta por tratamientos con hospitalización cuando: Existe patología psiquiátrica significativa asociada (ej.: depresión mayor con ideación suicida), el sujeto es incapaz de abstenerse de jugar, no hay un adecuado soporte familiar, el paciente abusa o depende de sustancias o existe el riesgo de realizar actividades peligrosas que pongan en peligro la integridad del paciente o de quienes le rodean.


Para el tratamiento existen variedad de opciones como son las terapias psicoanalíticas y psicodinámicas, terapia del comportamiento, terapia cognitiva, grupos de autoayuda (jugadores anónimos) y farmacoterapia. No existe un número significativo de estudios comparativos que permitan determinar la utilidad de determinado tipo de tratamiento.

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